domingo, febrero 06, 2011

EL MERCADO DE LA POLÍTICA PARTIDARIA

La Política Partidaria.
¿Se ha convertido en un Mercado?
L
os partidos políticos están el plena carrera electoral, cada cual presenta a sus “mejores candidatos” al Congreso, entre ellos podemos encontrar, profesionales, empresarios, artistas, deportistas, otros de diversos oficios y otros sin oficio, asimismo encontramos a los que han hecho de la política su “chamba” habitual, es decir los que no sabrían qué hacer si no fueran congresistas.
Sin embargo, a pesar de tanta diversidad de personajes, se puede encontrar en ellos algo en común, todos quieren ser congresistas, por eso hicieron lo posible para estar en la lista de candidatos. Vale la pena preguntarse: ¿Cómo así forman parte de la lista? Las respuestas son diversas; así tenemos, a los que hacen uso a su derecho histórico de ser dirigentes eternos de un partido, entonces, ejercer el poder partidario y se hacen anotar en la lista en los números preferenciales; otros, que generalmente tiene poca o nula trayectoria política, es decir, en política son "cero a la izquierda·, como diría un profesor de matemática, y  están allí por un motivo muy importante, "han puesto su plata"; y/o son conocidos en el ámbito empresarial, en el mundo de la farándula, del arte, del deporte y de otras actividades no tan claras. Pero también hay otros que están allí por alguna circunstancia muy particular, como por ejemplo, por ser el hijo de algún nefasto caudillo, o ser la enfermera personal de un ex presidente presidiario, o ser la pareja de un conocido personaje de la televisión. Y nunca faltan los que pululan en el ámbito político, generando partiditos que a las justas pasan la valla y luego los alquilan (hacen negocio) a los otros que no tiene esa posibilidad.
Para aglutinarse alrededor de un partido o alianza electoral, no interesa si tienen los mismos ideales, o si sus ideales son afines; no, eso no interesa; la afinidad en este caso es económica, se mide según puedan pagar la cuota respectiva de la curul, y además deben  tener “arrastre popular” como suelen decir los “dirigentes políticos”, de lo contrario, no son afines. Entonces ¿cómo debemos entender la política en el Perú de hoy? La respuesta la dio hace unos días un candidato a la presidencia de la república cuando quiso dar una lección de “marketing político”, e hizo alusión a las técnicas de manejo del mercado político, con la finalidad de sacar el mayor provecho, lógicamente utilizando todas las herramientas que el mercado ofrece. No hay que olvidar que el mercado es en esencia la libre transacción de bienes y servicios. Como todos sabemos, una comercial transacción tiene un precio. ¿Qué se vende entonces en los partidos políticos? La respuesta es clarísima, la mercancía es la ubicación en la lista para congresista, y ¿Quienes compran? Compran los candidatos a futuros congresistas, ¿Cuánto pagan? Eso es lo que hay que averiguar, puesto que los precios son diversos, porque así funciona el mercado,  Si algún inversionista, digo, candidato a congresista quiere una ubicación preferencial, debe pagar un precio  muy alto, y si no le alcanza el dinero, buscará otra ubicación menos expectante, y si no tiene posibilidades en ese partido, buscará otro, donde si pueda hacer la inversión. No hay que olvidar que toda inversión tiene su riesgo, así que hay la posibilidad de que no salga elegido, entonces el negocio resultará en pérdida. Pero si sale elegido la inversión será muy rentable, salvo algunos eventos fortuitos o de fuerza mayor, tal como sucedió en el año 2001, cuando se cerró el Congreso y se convocaron a nuevas elecciones generales, en esa oportunidad muchos congresistas cesados, se sintieron “perjudicados” y alzaron su voz de protesta, para reclamar al Estado una indemnización por los emolumentos (sueldos) que dejaron de percibir por los cuatro años restantes, quiero decir que al no poder cobrar el producto de su inversión, el negocio se tornó en pérdida.
Los partidos y las alianzas se presentan así con candidatos que muchas veces no saben ni el ideario del partido, algunas veces, ni siquiera saben que van a hacer en el Congreso, solo saben que a fin de mes cobrarán el retorno de su inversión durante cinco años. Y allí no queda el asunto, resulta que varios padres y madres de la patria una vez en el Congreso, como buenos negociantes, empiezan a ver qué partido o grupo ofrece más ventajas, y aquí se inicia la otra etapa del negocio, es decir vender la curul a otro partido, y a las pocas semanas a veces ya tenemos los primeros “tránsfugas”. Los casos de tránsfugas más escandalosos se han visto en los años 90 del siglo pasado, durante el régimen de Fujimori.; y en los siguientes regímenes sigue sucediendo lo mismo, y actualmente es una práctica política vigente. En estas elecciones, al ver la composición de las listas de candidatos a congresistas  probablemente se repita la práctica mercantil.    
Algunos congresistas actuales, a estas alturas, es decir cuando ya falta poco para que se vayan, quieren cortar estos vicios y fraudes, mediante una “ley anti tránsfuga”, ellos no se dan cuenta que, en realidad, esta ley no arreglaría nada, porque quieren atacar a las consecuencias y no al origen de problema. No quieren o no pueden ver que la crisis del Congreso tiene su origen en las crisis de los partidos polìticos, y de esta crisis no escapan ni los partidos antiguos como el APRA; ya hemos visto la bronca que tuvieron en el mes de enero por nombrar la lista de candidatos al congreso.  Menos aún escapan los partidos políticos nuevos, en los que las broncas no se  notan, porque los caudillos o dirigentes, seleccionan a dedo a los clientes, (prospecto de candidato) y hacen la “transacción comercial”, según las condiciones que ya analizamos líneas arriba. Esto pone en evidencia que los partidos actuales tienen muy pocos cuadros, no tiene una base sólida, y  solo se apoyan en grupos  de colaboradores trashumantes, nómades, que se van trasladando de un partido a otro, según su conveniencia. Y en las alianzas partidarias, el asunto es más práctico aún, y se ponen de acuerdo repartiémdose las curules entre ellos, y como es de suponer tendrá más candidatos el que màs dinero aporte. Salvo algunos pocos partidos políticos, esta es la realidad de la política nacional en estos tiempos, y si revisamos la historia de la república nos daremos cuenta que casi nada ha cambiado en casi doscientos años.  
A fin de cuentas, según los dirigentes de la mayoría de los partidos políticos, ya no hay nada que discutir, creen que cualquiera que gane debe seguir la política económica neoliberal vigente, que se basa solamente al mercado, es decir, “todo se vende y se compra”, hasta cargos políticos y curules.
¿Y dónde está la democracia interna de los partidos?, y ¿donde está la democracia para la mayoría de los ciudadanos? O es que realmente son de segunda clase.  En los partidos políticos no hay elecciones internas, predomina el “dedaso” y si las hay, no son limpias y justas; están plagadas de vicios, de fraudes de “anforasos, etc., es decir es una caricatura de democracia partidaria.  Predomina pues el mercadeo político, y como en todo mercado gana más quien más tiene.

Finalmente, podemos concluir que si la mayoría de los partidos políticos se encuentran envueltos en esta crisis, entonces, la  política nacional está en crisis, la democracia representativa actual está en crisis. ¿Qué Hacer?

domingo, enero 02, 2011

NUEVAS AUTORIDADES Y VIEJAS PRÁCTICAS POLÍTICAS

NUEVAS AUTORIDADES Y VIEJAS PRÁCTICAS POLÍTICAS
H
emos iniciado un nuevo año, las autoridades regionales y locales electas en el mes de octubre del año pasado ya asumieron sus cargos; en muchos casos, con la alegría del pueblo, quienes confiados en que eligieron bien piensan que sus aspiraciones serán cumplidas, y por otro lado con el descontento y la “pica” de los adversarios que perdieron las elecciones. Sin embargo, no todo fue alegría para el pueblo, en varias localidades de nuestra querida Región de Lima (Lima-provincia), la asunción de mandos no ha sido del todo halagüeña para las nuevas autoridades; los pobladores hicieron notar abiertamente su descontento.
Resulta que, no pocas de las nuevas autoridades ganadoras, en las supuestas elecciones democráticas, no han gozado de la acogida del pueblo, no han sido recibidos con la alegría natural que merece un ganador; entonces, ¿cómo así ganaron las elecciones?; si en las urnas se pronuncia la voluntad popular, ¿qué argucias y maquiavélicas acciones hicieron?; o, las elecciones son democráticas solamente en el papel, y en la práctica, no pasa de ser una lucha de un numeroso grupo de politiquillos[1], que con mucha maña, astucia y no poca plata distorsionan lo que debe ser la manifestación suprema de la voluntad popular; mancillan el derecho a elegir a sus autoridades; una de las facultades que en el transcurso de la historia ha costado mucho conseguir. Bueno, creo que las respuestas están a flor de labio, brotan de inmediato desde los más profundo del corazón y de las mentes de los que han visto cómo se “roban” el voto popular. Como es conocido por todos, se sigue practicando los actos de “clientelaje”[2] político, de la prebenda, el “regalito” o de la “chambita” en algún municipio o en la región si es posible; y lo que es peor aún, la “compra de votos”, mediante la contratación de los tristemente célebres  “votos golondrinos”. Estas prácticas que lindan con la delincuencia, son actos de corrupción muy  difundidos y tolerados en nuestra patria, desde hace mucho tiempo. Así, sabemos que la compra de “votos golondrinos” se instauró hace veinte años aproximadamente como práctica política, durante el régimen del también tristemente célebre Alberto Fujimori; y actualmente, los políticos de nuestro país lo practican con mucha diligencia, planean sus actos cuidadosamente, sacan la cuenta, cuántos votos necesitan para ganar, con cuántos votos cuentan en el pueblo, y cuántos tienen que ser comprados en otros lugares, cuánto les va a costar, “como si fuera una mercancía propiamente”, claro está que, bajo la óptica de la doctrina política y económica neoliberal todo se compra y todo se vende, y los votos no escapan a ello, y como toda mercancía comprada debe generar beneficios o ganancias; pues viéndolo así, estos candidatos lo consideran una inversión, que suponen debe rendir sus frutos en los próximos cuatro años.
Como decía en el párrafo anterior, la práctica de corrupción, ahora es realizada con más cuidado que antes, y no solamente sacan la cuenta a vuelo de pájaro, sino que hacen un plan como si fuera un plan de inversión; donde ajustan, como en todo plan, los objetivos, las estrategias,  las tácticas y las acciones a realizar, el presupuesto operativo y los tiempos de ejecución. Para una mejor explicación haré referencia a solo dos casos de compra de “votos golondrinos”, ¿creo que ya debería quitarlas las comillas no?, ya que se trata de una práctica usual y tolerada con mucha normalidad. Los resultados obtenidos por estos candidatos en las elecciones han sido diferentes, uno de ellos perdió y el otro ganó.  
El primer caso se trata de un candidato a la alcaldía de un pueblo “A”, (obvio el nombre del pueblo para no generar suspicacias); quien siguiendo todos los pasos del plan, es decir el conteo de votos mínimos para ganar, el presupuestos, los tiempos, estrategias y tácticas; quiso añadirle un poco de calidad de viaje a sus “golondrinos”, a sus proveedores de votos; así que contrató unos buenos ómnibus con tiempo, viajó con anticipación al pueblo; (claro, porque todos estos politiquillos viven fuera del pueblo, generalmente en Lima); para preparar el alojamiento, la comida, etc. Llevó a sus golondrinos un día anterior, quienes al llegar a la localidad hicieron un reconocimiento previo y se fueron a recorrer el pueblo, hicieron un poco de turismo local o un "city tour" como dijeron después. Sus contrincantes en la contienda electoral, estaban avisados de la maniobra y ante el descuido del contratante, y al puro estilo gansteril, los abordaron uno a un, los convencieron para votar por ellos, y no por el candidato que les había traído; lógicamente, había gran poder de convencimiento, con “cien lucas” en la mano y en algunos casos con una “santa rosita”[3], y como es de suponer, el “golondrino” entiende de estos negocios, por lo que no dudó en aprovechar la oportunidad, a fin de cuenta, ganaba doble, como se dice en el argot popular “ganaba a dos cachetes”. El resultado en las urnas fue que, quien trajo a estos  individuos,  no ganó en las elecciones, sino el otro, quien compró el voto de "los golondrinos tránsfugas"; ya que éste último también trajo sus propios “golondrinos”  y consiguió otros en el pueblo, entonces se trata de una especie de guerra electoral y gana el más avispado, el más malicioso y el que tiene mejores asesores maquiavélicos. Así son los negocios ¿no?, gana el más habilidoso, dicen. El candidato que perdió en el negocio electoral, está tratando de descubrir hasta ahora quiénes fueron los "traicioneros", los tránsfugas, los que cobraron a dos cachetes y dice que eso es inmoral. ¿que les parece, un inmoral dice al otro inmoral. ¿Qué estrategia le habrá fallado a este candidato?           
El segundo caso se trata de un candidato a la alcaldía de un pueblo “B”,  este siguió, también, todas las fases del plan, pero ajustó mejor las variables: las acciones, los presupuestos y los tiempos principalmente; no pensó como el otro en la calidad del viaje de los golondrinos, "ni otras tonterías", según manifestó; solo pensó en la efectividad de la operación, así contrató varias “combis” para llevarlos.  Los vehículos salieron de Lima en la mañana del mismo día de las elecciones, llegaron al pueblo a la una de la tarde aproximadamente, y fueron llevados directamente a las mesas de votaciones; luego del acto de sufragio, el candidato contratante, es decir el patrón les premió con una gaseosa con un “pan chapla” a cada uno, luego, los subió nuevamente a las combis y partieron de vuelta a Lima. Los golondrinos cumplieron el contrato, cobraron el precio pactado y negocio hecho. En este caso, el candidato si ganó las elecciones, no importa si los pobladores de la localidad estén de acuerdo o no. En fin, negocios son negocios,  o “business are business” como dirían los gringos, cuando hacen algo similar. Como comprenderán, el pueblo no está de acuerdo con este nuevo alcalde, puesto que quienes lo eligieron no son ellos, sino los "golodrinos".   
Así son las cosas, hemos comentado solo dos casitos, cuántos más habrán en toda nuestra región y en nuestro querido Perú. Ahora ya como autoridades, estos ganadores de las elecciones, seguramente seguirán ejecutando su plan de negocios, ante la protesta del pueblo, y para realizarlo probablemente como dicen los estadísticos, implementarán la segunda fase del plan, aparecerán los clientes y los proveedores y seguramente el negocio será rentable para todos los participantes. ¿Y la voluntad del pueblo?, ¿Quién saca la cara por ellos?. 
Al término de los cuatro años podremos ver cuán rentable ha sigo el negocio, ¿Cómo lo haremos?. Una forma fácil de hacerlo es observando los signos exteriores de riqueza de estos personajes. ( carros, casas, nuevos negocios, etc.).   
Vale la pena preguntarse ¿Que pasó con la vocación servicios, con la responsabilidad social de estar al frente de los vecinos de una localidad para velar por su bienestar, su desarrollo y mejorar su calidad de vida?,
¿Pueden ser tolerados estos actos de corrupción por el hecho de constituir prácticas de uso común? ¿Qué hacemos para desterrar estos actos de la vida política de nuestra país?. ¿Se podrá hacer algo?, supongo que sí, de lo contrario, también seremos culpables por ellos,  sino es por acción, será por omisión.
Lo primero que hay que aclarar es la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Ser alcalde de un pueblo, es un negocio o un servicio?. 
El sentido de las respuesta es muy importante, porque el análisis posterior que se haga depende de ella.   
Enero de 2011


[1] Diminutivo de político, no quiere decir que sea un pillo, sino que  un político de poca monta.
[2] Entorno político, vista esta actividad como una oportunidad de negocio.
[3] Me refiero al billete de doscientos nuevos soles y no a las avecillas que hay en los pueblos andinos, a los que se les llama también “santa rosita”.