lunes, junio 16, 2008

LA DESPEDIDA HUAÑINA (1960)


El relato se ubica allá en el año 1960 aproximadamente, cuando la carretera solo llegada hasta Pie de la Cuesta, y había que ir a caballo o a pie todo un día para llegar al pueblo y regresar de vuelta de manera similar.




Escrito por: David Rivera Romero
Ya la fiesta terminó, hoy se van los residentes, mucha gente se encuentra en la portada de Shush, despidiendo a sus familiares y amigos, entre los que se van está Daniel, un huañino residente en Lima, que vino a la fiesta después de cinco años, junto a él está Juanita su amada ñatita, le alcanza una taleguita con el fiambre: un trozo de queso seco y un poco de cancha.
Daniel no quisiera irse pero, tiene que hacerlo, lleva en el hombro varias huantalinas cargadas de frutas y regalos que con mucho cariño sus amigos le dieron. En sus alforjas hay dos moldes de queso, unos ataditos de maíz, trigo, oca y otros productos de nuestra tierra, al otro lado se encuentra muy bien acomodado su terno azul, que trajo para pasar cabecilla.
Hay mucho movimiento en la portada, la gente corre de un lado a otro; Juanita está cerca de a Capilla, siente en el pecho una fuerte presión, está llorando, sus amigas le rodean y le dicen: “no llores zonza, si él te dijo que regresará para llevarte a Lima, seguro vendrá, ya vas a ver, solo tienes que esperarlo”.
La banda de músicos toca la Despedida Yauyina, todos bailan y Daniel que ya estaba sobre el caballo desmonta y corre hacia Juanita, la toma de la mano y la lleva al centro bailando. El tiene los ojos rojos, dice que es por el chamis que le dieron, pero en verdad es por unas lágrimas enjugadas de forma disimulada. Todos bailan en ronda, Daniel y Juanita entraron al centro de la ronda, ella luce un sombrero blanco adornado con un prendedor de plata en el lado derecho, este es un regalo que su Daniel le dio recién hace dos días en señal de su amor; lleva además una manta de castilla labrada con sus iniciales y su mandil nuevo que le hizo la tía Ricarda para la fiesta; resalta su llanque “tapsha” con cintas multicolores en sus delicados pies. Su estampa se aprecia mejor cuando baila y da vueltas con su amado Daniel. Es la genuina representante de la mujer huañina.
Por su parte el galán tiene puesto un sombrero negro, rodeado de flores rojas y blancas que le regalaron por la despedida, lleva una casaca negra de cuero, un pantalón caqui y unas zapatillas blancas; en la cintura tiene una cadena con un silbato y un puñal de viajero.
La banda sigue tocando, el sol ya está llegando a Lalancucho, se puede ver el cielo de un color azul intenso, la mañana es aún fría, la gente se está despidiendo de los visitantes, muchos lloran, se escucha por allí ¡adios adios hasta el otro año! es el momento de la despedida y del lloriqueo. Mientras la banda de músicos sigue tocando
“adios dios linda huañina
llegó la hora de mi partida,
hay que cruel es el destino
separarme de mi adorada”
Daniel se acerca a su caballo y al montar se vuelve para ver a Juanita y se cruzaban sus miradas, intensas como el color del cielo, sus labios no dicen nada, pero sus ojos hablan en silencio y recuerdan sus promesas de amor, da un espuelazo y el caballo inicia la marcha, la ñata huañinita llora sin consuelo, ya no puede disimular y Daniel con un nudo en la garganta se aleja; cuando está por llegar a Molino unas lágrimas mojan su mejilla, saca un pañuelo blanco para secarse, voltea la mirada y con el pañuelo en alto se despide agitándolo repetidas veces. Puede escuchar aún las notas musicales que la banda sigue entonando en Shush y se aleja cada vez más al ritmo del paso de su caballo, ya están pasando por Chinca, ya no se escucha la banda, solo el trote de las cabalgaduras de los viajeros y unos toques de silbatos, el saca el suyo y observa las marcas hechas en un lado “DJ”, y toca con mucha fuerza de una forma especial de tal manera que al escuchar Juanita sabrá que es él, ya que muchas veces le ha llamado de esa forma. Al pasar por Peña Blanca, se saca el sombrero lo levanta muy alto, lo agita con energía y mirando a Calpa se despide se su tierra querida, donde se queda su amada Juanita.
Además de los regalos lleva en su corazón un cofre con las promesas de amor, que guardará celosamente hasta su vuelta, y cuando regrese será para pedir la mano de Juanita.
Muchos amores nacen y se cultivan así, todos prometedores, sin embargo, solo los verdaderos perdurarán en el tiempo sin importar las circunstancias.
A todos los paisanos yauyinos como los huañinos Daniel y Juanita, los enamorados de siempre, envío mi cariñoso saludo.

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