NUEVAS AUTORIDADES Y VIEJAS PRÁCTICAS POLÍTICAS
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emos iniciado un nuevo año, las autoridades regionales y locales electas en el mes de octubre del año pasado ya asumieron sus cargos; en muchos casos, con la alegría del pueblo, quienes confiados en que eligieron bien piensan que sus aspiraciones serán cumplidas, y por otro lado con el descontento y la “pica” de los adversarios que perdieron las elecciones. Sin embargo, no todo fue alegría para el pueblo, en varias localidades de nuestra querida Región de Lima (Lima-provincia), la asunción de mandos no ha sido del todo halagüeña para las nuevas autoridades; los pobladores hicieron notar abiertamente su descontento.
Resulta que, no pocas de las nuevas autoridades ganadoras, en las supuestas elecciones democráticas, no han gozado de la acogida del pueblo, no han sido recibidos con la alegría natural que merece un ganador; entonces, ¿cómo así ganaron las elecciones?; si en las urnas se pronuncia la voluntad popular, ¿qué argucias y maquiavélicas acciones hicieron?; o, las elecciones son democráticas solamente en el papel, y en la práctica, no pasa de ser una lucha de un numeroso grupo de politiquillos[1], que con mucha maña, astucia y no poca plata distorsionan lo que debe ser la manifestación suprema de la voluntad popular; mancillan el derecho a elegir a sus autoridades; una de las facultades que en el transcurso de la historia ha costado mucho conseguir. Bueno, creo que las respuestas están a flor de labio, brotan de inmediato desde los más profundo del corazón y de las mentes de los que han visto cómo se “roban” el voto popular. Como es conocido por todos, se sigue practicando los actos de “clientelaje”[2] político, de la prebenda, el “regalito” o de la “chambita” en algún municipio o en la región si es posible; y lo que es peor aún, la “compra de votos”, mediante la contratación de los tristemente célebres “votos golondrinos”. Estas prácticas que lindan con la delincuencia, son actos de corrupción muy difundidos y tolerados en nuestra patria, desde hace mucho tiempo. Así, sabemos que la compra de “votos golondrinos” se instauró hace veinte años aproximadamente como práctica política, durante el régimen del también tristemente célebre Alberto Fujimori; y actualmente, los políticos de nuestro país lo practican con mucha diligencia, planean sus actos cuidadosamente, sacan la cuenta, cuántos votos necesitan para ganar, con cuántos votos cuentan en el pueblo, y cuántos tienen que ser comprados en otros lugares, cuánto les va a costar, “como si fuera una mercancía propiamente”, claro está que, bajo la óptica de la doctrina política y económica neoliberal todo se compra y todo se vende, y los votos no escapan a ello, y como toda mercancía comprada debe generar beneficios o ganancias; pues viéndolo así, estos candidatos lo consideran una inversión, que suponen debe rendir sus frutos en los próximos cuatro años.
Como decía en el párrafo anterior, la práctica de corrupción, ahora es realizada con más cuidado que antes, y no solamente sacan la cuenta a vuelo de pájaro, sino que hacen un plan como si fuera un plan de inversión; donde ajustan, como en todo plan, los objetivos, las estrategias, las tácticas y las acciones a realizar, el presupuesto operativo y los tiempos de ejecución. Para una mejor explicación haré referencia a solo dos casos de compra de “votos golondrinos”, ¿creo que ya debería quitarlas las comillas no?, ya que se trata de una práctica usual y tolerada con mucha normalidad. Los resultados obtenidos por estos candidatos en las elecciones han sido diferentes, uno de ellos perdió y el otro ganó.
El primer caso se trata de un candidato a la alcaldía de un pueblo “A”, (obvio el nombre del pueblo para no generar suspicacias); quien siguiendo todos los pasos del plan, es decir el conteo de votos mínimos para ganar, el presupuestos, los tiempos, estrategias y tácticas; quiso añadirle un poco de calidad de viaje a sus “golondrinos”, a sus proveedores de votos; así que contrató unos buenos ómnibus con tiempo, viajó con anticipación al pueblo; (claro, porque todos estos politiquillos viven fuera del pueblo, generalmente en Lima); para preparar el alojamiento, la comida, etc. Llevó a sus golondrinos un día anterior, quienes al llegar a la localidad hicieron un reconocimiento previo y se fueron a recorrer el pueblo, hicieron un poco de turismo local o un "city tour" como dijeron después. Sus contrincantes en la contienda electoral, estaban avisados de la maniobra y ante el descuido del contratante, y al puro estilo gansteril, los abordaron uno a un, los convencieron para votar por ellos, y no por el candidato que les había traído; lógicamente, había gran poder de convencimiento, con “cien lucas” en la mano y en algunos casos con una “santa rosita”[3], y como es de suponer, el “golondrino” entiende de estos negocios, por lo que no dudó en aprovechar la oportunidad, a fin de cuenta, ganaba doble, como se dice en el argot popular “ganaba a dos cachetes”. El resultado en las urnas fue que, quien trajo a estos individuos, no ganó en las elecciones, sino el otro, quien compró el voto de "los golondrinos tránsfugas"; ya que éste último también trajo sus propios “golondrinos” y consiguió otros en el pueblo, entonces se trata de una especie de guerra electoral y gana el más avispado, el más malicioso y el que tiene mejores asesores maquiavélicos. Así son los negocios ¿no?, gana el más habilidoso, dicen. El candidato que perdió en el negocio electoral, está tratando de descubrir hasta ahora quiénes fueron los "traicioneros", los tránsfugas, los que cobraron a dos cachetes y dice que eso es inmoral. ¿que les parece, un inmoral dice al otro inmoral. ¿Qué estrategia le habrá fallado a este candidato?
El segundo caso se trata de un candidato a la alcaldía de un pueblo “B”, este siguió, también, todas las fases del plan, pero ajustó mejor las variables: las acciones, los presupuestos y los tiempos principalmente; no pensó como el otro en la calidad del viaje de los golondrinos, "ni otras tonterías", según manifestó; solo pensó en la efectividad de la operación, así contrató varias “combis” para llevarlos. Los vehículos salieron de Lima en la mañana del mismo día de las elecciones, llegaron al pueblo a la una de la tarde aproximadamente, y fueron llevados directamente a las mesas de votaciones; luego del acto de sufragio, el candidato contratante, es decir el patrón les premió con una gaseosa con un “pan chapla” a cada uno, luego, los subió nuevamente a las combis y partieron de vuelta a Lima. Los golondrinos cumplieron el contrato, cobraron el precio pactado y negocio hecho. En este caso, el candidato si ganó las elecciones, no importa si los pobladores de la localidad estén de acuerdo o no. En fin, negocios son negocios, o “business are business” como dirían los gringos, cuando hacen algo similar. Como comprenderán, el pueblo no está de acuerdo con este nuevo alcalde, puesto que quienes lo eligieron no son ellos, sino los "golodrinos".
Así son las cosas, hemos comentado solo dos casitos, cuántos más habrán en toda nuestra región y en nuestro querido Perú. Ahora ya como autoridades, estos ganadores de las elecciones, seguramente seguirán ejecutando su plan de negocios, ante la protesta del pueblo, y para realizarlo probablemente como dicen los estadísticos, implementarán la segunda fase del plan, aparecerán los clientes y los proveedores y seguramente el negocio será rentable para todos los participantes. ¿Y la voluntad del pueblo?, ¿Quién saca la cara por ellos?.
Al término de los cuatro años podremos ver cuán rentable ha sigo el negocio, ¿Cómo lo haremos?. Una forma fácil de hacerlo es observando los signos exteriores de riqueza de estos personajes. ( carros, casas, nuevos negocios, etc.).
Al término de los cuatro años podremos ver cuán rentable ha sigo el negocio, ¿Cómo lo haremos?. Una forma fácil de hacerlo es observando los signos exteriores de riqueza de estos personajes. ( carros, casas, nuevos negocios, etc.).
Vale la pena preguntarse ¿Que pasó con la vocación servicios, con la responsabilidad social de estar al frente de los vecinos de una localidad para velar por su bienestar, su desarrollo y mejorar su calidad de vida?,
¿Pueden ser tolerados estos actos de corrupción por el hecho de constituir prácticas de uso común? ¿Qué hacemos para desterrar estos actos de la vida política de nuestra país?. ¿Se podrá hacer algo?, supongo que sí, de lo contrario, también seremos culpables por ellos, sino es por acción, será por omisión.
¿Pueden ser tolerados estos actos de corrupción por el hecho de constituir prácticas de uso común? ¿Qué hacemos para desterrar estos actos de la vida política de nuestra país?. ¿Se podrá hacer algo?, supongo que sí, de lo contrario, también seremos culpables por ellos, sino es por acción, será por omisión.
Lo primero que hay que aclarar es la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Ser alcalde de un pueblo, es un negocio o un servicio?.
El sentido de las respuesta es muy importante, porque el análisis posterior que se haga depende de ella.
El sentido de las respuesta es muy importante, porque el análisis posterior que se haga depende de ella.
Enero de 2011
[1] Diminutivo de político, no quiere decir que sea un pillo, sino que un político de poca monta.
[2] Entorno político, vista esta actividad como una oportunidad de negocio.
[3] Me refiero al billete de doscientos nuevos soles y no a las avecillas que hay en los pueblos andinos, a los que se les llama también “santa rosita”.
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